Vigésimo Quinto Domingo del Tiempo Ordinario / Twenty-fifth Sunday in Ordinary Time
El Evangelio nos presenta la figura del administrador infiel: un hombre que se aprovechaba del oficio para robar a su patrón. Era un simple administrador, y actuaba como si fuera el dueño.
“Dame cuenta de tu trabajo”. Esta frase se ha usado a menudo para señalarnos la necesidad de estar preparados para el juicio de Dios, ya que no sabemos cuánto durará nuestra vida. Meditar sobre nuestra muerte puede impulsarnos a actuar, sin perder tiempo para reconciliarnos con Dios y con los demás.
¿Somos unos egoístas que solo pensamos en acumular bienes materiales para nosotros mismos, como el administrador del Evangelio, que miente, roba, es tacaño y duro de corazón, que nos impiden conmovernos ante las necesidades de los otros?
¿Cómo uso mis bienes materiales? ¿Cómo miro a quienes tienen menos?
¿Cuándo me ha confiado alguien algo de valor? ¿Cuándo le he confiado yo algo de valor a alguien más?
¿Quién de mis amigos y familiares ha demostrado una fidelidad extraordinaria?
¿Cuál es mi reacción ante la astuta manipulación del mayordomo de la parábola?
El mensaje del Evangelio es que nadie puede servir a dos amos. ¿A quién sirvo? ¿Cómo da testimonio de ese servicio mi vida?
¿Cómo utilizan las personas de la comunidad sus recursos materiales para servir a Dios y a los demás?
¿Cuáles son algunas señales de que los feligreses aman a Dios más que al dinero? ¿Y viceversa?
¿No piensas frecuentemente en las palabras de San Pablo: "Dios ama al que da con alegría" (2 Cor 9,7)? ¡Seamos generosos!
Today, the Gospel introduces us to the figure of the unfaithful steward: a man rendering a fraudulent service to his master. He is just a simple steward, but he behaves as if he were his master.
“Prepare a full account of your Stewardship.” This phrase has often been used to remind us of the need to be prepared for God's judgment, as we do not know how long our lives will last. Meditating on our death can spur us to action, wasting no time to set things right with God and with others.
Are we so selfish that we only think of amassing material goods, even if it is as the Gospel's steward did, by lying, stealing, being stingy, hard-hearted, and indifferent to others' needs?
How do I use the worldly goods I have? How do I look at those who have less?
When has someone trusted me with something of value?
When have I entrusted something of value to someone else?
Who of my friends and family has shown extraordinary faithfulness?
What is my reaction to the shrewd manipulation of the steward in the parable?
The Gospel message is that no one can serve two masters. Whom do I serve? How is my life witness to that service?
How do people in the community use their material resources to serve God and others?
What are some signs that parishioners love God more than money? Vice versa?
Do you ever ponder over St. Paul's words? “For God loves a cheerful giver” (2 Cor 9:7). Be generous!

